Listas

15 películas para explorar la animación latinoamericana

15 películas de animación latinoamericanas que van desde la famosa «La casa lobo» hasta pioneras del género como «Upa en apuros».

Por Samuel Lagunas

Durante los meses de marzo y abril de 2021, tuve la oportunidad de coordinar, en colaboración con Keyfriends Podcast, un conversatorio sobre la historia de la animación en Latinoamérica en el que participaron alrededor de 20 personas provenientes de México, Argentina, Chile y España. Para cubrir un lapso que va desde 1917 hasta la actualidad, revisamos y discutimos más de 40 películas (cortometrajes, largometrajes y algunas series), situándolas en su contexto histórico-político, cultural y cinematográfico. A fin de compartir un poco de la experiencia de aprendizaje que tuvimos en las sesiones, presentamos aquí una selección —comentada por algunos de los participantes del curso— de 15 películas que pueden servir a quien lea para acercarse al mundo complejo, fascinante y muy poco conocido de la animación latinoamericana.

1. Upa en apuros (Dante Quinterno, 1942, Argentina).

Fotograma de la película Upa en apuros

Se trata del primer corto animado a color de Argentina. Su protagonista es Patoruzú, uno de los principales personajes de historietas argentinas de la época.  El cortometraje de 15 minutos cuenta el secuestro de Upa, el hermano de Patoruzú, por parte del gitano Juaniyo y su posterior rescate a manos del cacique. Tiene una típica estructura de secuestro/rescate de los cortos de la época, pero con una historia muy entretenida y una técnica que estaba a la altura de los estándares internacionales de la época. Hoy en día la influencia de Disney en el mundo de la animación es indiscutible, tanto por semejanza o como respuesta crítica a la estética predominante es virtualmente imposible escapar a una comparación, sin embargo, durante los primeros años del siglo XX esta influencia, aunque importante, no era absoluta. El creador de Patoruzú, Dante Quinterno, trabajó durante un tiempo en los estudios Fleischer, el cual disputaba durante los años 30 y parte de los 40 esa hegemonía estética y técnica al estudio del ratón. Este desvío de la norma Disney marcó el estilo de Upa en Apuros y la convirtió en uno de los ejemplos más importantes de la animación latinoamericana de principio de siglo XX. El cortometraje puede verse en YouTube.

Texto por Juan Francisco Páez @HitosAnimados.

2. El dragoncito manso: Jonjoca (O Dragãozinho Manso, Humberto Mauro, 1942, Brasil).

Fotograma de El dragoncito manso

Humberto Mauro, uno de los pioneros de la animación brasileña, entrega en esta pequeña «obra maestra» una apropiación de la leyenda de San Jorge y el dragón, pero ahora desde el punto de vista del dragón y la vida que tuvo después de ser derrotado por el santo caballero. Convertido en una bestia de buen corazón, Jonjoca tiene dificultades para ser aceptado por los humanos, solo María Terezinha está dispuesta a tratar con él y acompañarlo.

Poseedora de una estructura clásica del cuento de hadas, El dragoncito manso merece un lugar especial en la historia de la animación latinoamericana por el despliegue consciente de un lenguaje plenamente cinematográfico: el montaje y el movimiento de la cámara dotan de mayor expresividad, suspenso y emotividad la historia infantil. Además, el uso del stop-motion para animar las marionetas es ágil y no está desprovisto de afecto y ternura, lo que en su época era prácticamente una excepción. Estas cualidades hacen de la cinta de Mauro un hito que no merece ser olvidado. El cortometraje puede verse en YouTube hablado en portugués y sin subtítulos.

3. ¡Que viva la muerte! (Adolfo Garnica, 1965, México).

Fotograma de la película ¡Qué viva la muerte!

Con uno de sus últimos trabajos, Garnica nos presenta este cortometraje sobre una de las celebraciones que más interés despierta dentro y fuera del territorio mexicano: el Día de Muertos. Si bien apenas se observan esbozos de la animación stop-motion, no deja de sorprender el aporte que hace a través de su riqueza visual, material y sonora. El relato aborda los días uno y dos de noviembre en los cuales podemos ver gran parte de las actividades que se realizan, desde caminatas nocturnas con velas y cánticos colectivos, hasta la colocación de ofrendas sobre las tumbas.

¡Que viva la muerte! destaca en lo visual por sus variados movimientos de cámara, pero también por el uso de distintos materiales como el papel picado para los créditos iniciales, o de las figuras hechas de mimbre, azúcar, barro y hasta de papel maché pintadas a mano. El apartado sonoro destaca gracias a las melodías típicas y diversos sonidos ambientales e instrumentales que ayudan a darle vida a esas multitudes que ríen y gozan mientras celebran a los que ya no están.

Por último, un ángel hace sonar su trompeta para transportarnos a ese otro mundo donde todos somos calaveras, un lugar en el que somos idénticos por dentro mientras sonreímos porque no podemos esconder la dentadura. El lugar donde Garnica nos recuerda que huesos somos y en huesos nos convertiremos. El cortometraje puede verse en YouTube.

Texto por David Malagón @deivido23.

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4. En el país de Bella Flor (Fernando Laverde, 1972, Colombia).

Fotograma de la película En el país de la bella flor

Fernando Laverde, el pionero del stop-motion colombiano, nos transporta a Bella Flor, tierra donde los cánticos de Picofino iluminan los días de los humildes habitantes del pueblo y su trabajo del día a día. Todo cambia cuando el Gobernante, bajo la falsa promesa de un cambio positivo, somete al pueblo a un régimen de represión. Pronto, las jornadas de trabajo interminables y aumentos excesivos de impuestos llevan al pueblo a la inconformidad. Sin embargo, todo aquel que levanta la voz ante estas injusticias, es prontamente encarcelado. ¿Suena familiar?

A través de encantadores muñecos y maquetas, Laverde nos comparte una realidad que es tan relevante hoy en Colombia y Latinoamérica, como lo era cuando se realizó este cortometraje. Elaborado de forma casera, con su esposa e hijos como equipo de producción, la primera obra de Fernando Laverde resuena hoy, más que nunca, con las palabras revolucionarias de Picofino retumbando en las calles de varios países latinos: «Yo no me callo, mi obligación es cantar. Si nos quedamos callados, pronto vamos a morir». El cortometraje puede verse en YouTube.  

Texto por Luigi Moreno @luiginilinguini.

5. El cuatro de hojalata (Alberto Monteagudo, 1978, Venezuela).

Fotograma de la película El cuatro de hojalata.

Este cortometraje relata la experiencia de un niño que, a través de la música, intenta aliviar la situación trágica en la que se encuentran los animales de un zoológico. La historia parece un cuento infantil narrado en forma de stop-motion. De hecho, todo se cuenta a través de la mirada del niño, con ese toque de realismo mágico que nos permite romper con la cotidianeidad y adentrarnos en un lugar donde reina la imaginación.

Narrado con una sensibilidad admirable, la película consigue que el público empatice con los personajes sin caer en dramatismos. Asimismo, recalca la importancia de realizar alianzas para lograr objetivos políticos comunes y transmite un mensaje muy potente contra el maltrato animal —aunque esto último podría haberlo problematizado un poco más—. En definitiva, se trata de un cortometraje muy tierno que conecta tanto con los niños como con los adultos. El cortometraje puede verse en YouTube.

Texto por Maider Ávila @Maider_Avila.

6. Vampiros en la Habana (Juan Padrón, 1985, Cuba).

Fotograma de la película Vampiros en la Habana.

El Vampisol, una poderosa fórmula que permite a los vampiros resistir la luz solar, pone en disputa a dos clanes: la «Capa Nostra» de Chicago y el «Grupo Vampiro», originario de Europa. Ambos grupos viajan a La Habana para obtener el control total del Vampisol para sus fines económicos, mientras que el creador de la fórmula planea repartir esta pócima de forma libre. Para lograrlo, requerirá la ayuda de su sobrino Pepito, un revolucionario trompetista, que ignora su propia identidad como vampiro.

Producida por el ICAIC, Vampiros en la Habana es una pintoresca comedia que satiriza la relación entre una Cuba socialista y los gobiernos capitalistas. La cinta es una fotografía de la época que, a pesar de retratar algunos estereotipos caducos y problemáticos, hace un gran trabajo tomando la popular figura del vampiro para darle un giro de sabor donde la cultura cubana empapa cada cuadro con su música y costumbres. En México, el largometraje puede verse en la videoteca de MUBI.

Texto por Dan El Pulpo @Dan_El_Pulpo.

7. El héroe (Carlos Carrera, 1994, México).

Fotograma de la película El héroe.

El héroe posicionó a su director como un punto clave en la filmografía animada mexicana, obteniendo el reconocimiento de la crítica nacional, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, así como por el Festival de Cannes. En los cinco minutos de duración, nos presenta parte de la cotidianidad existente en el metro de la Ciudad de México con sus «emocionantes» y sorpresivos matices de por medio. Carrera maneja un tono ácido y lúgubre en la animación que va acorde a la situación que se presenta. No hay elementos fantásticos, surrealistas o de terror, sino que con un estilo caricaturesco se reflejan los comportamientos humanos, tanto emocionales como corporales, así como la manera de interactuar y reaccionar en el espacio. Además, cabe señalar que el calificativo de «héroe» se le atribuye indirectamente a un hombre maduro que trata de hacer una acción buena, sin embargo, la respuesta que recibe no es propiamente la que correspondería al tipo de acto. Todo esto hace de El héroe un corto que podría responder a cualquier contexto histórico-social mexicano y al que sin duda hay que prestar atención. En México, el cortometraje puede verse en la plataforma FilminLatino.

Texto por Gethse Ávalos.

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8. Mercano, el marciano (Juan Antín, 2002, Argentina).

Fotograma de la película Mercano, el marciano.

Con la adolescencia establecida oficialmente en el paisaje de las audiencias y del consumo de contenidos, se desarrolló un nuevo lenguaje cinematográfico de temas, estilos y motivos que pudiera interesar a este naciente público. Así, los pioneros en América Latina en la creación de estos contenidos asimilaron las influencias de programas norteamericanos como Los Simpsons, South Park o de las películas de Bill Plympton. De entre el cúmulo de aventureros en el absurdo y en lo fantástico, la dupla de argentinos compuesta por Juan Antín y Ayar Blasco creó en 1998 40 episodios en donde un marciano deambulaba por las calles distópicas de Buenos Aires luchando violentamente por sobrevivir. Estos cortos se convirtieron muy pronto en la película Mercano, el marciano, la cual narra la aventura de Mercano por escapar de una perversa compañía tecnológica que ha tomado el control de su mente. Ayudado por un niño nerd y regordete, y un grupito de revolucionarios alcohólicos, Mercano descubrirá el valor de la humanidad y podrá regresar a casa.

Más allá de la lección moral de la historia, en Mercano asistimos a un despliegue libre del humor negro, la sátira política y la violencia gore, lo que la convierte en un eficaz y poderoso anticipo del tipo de animación lúdica e irreverente que vendrá después. La película puede verse gratuitamente en Vimeo.

9. Luminaris (Juan Pablo Zaramella, 2011, Argentina).

Fotograma de la película Luminaris.

Cortometraje realizado en la técnica de pixelación, cuenta la historia de un trabajador de una fábrica de foquitos eléctricos que rompe la rutina para seguir sus sueños con una idea brillante…, metáfora muy bien utilizada del producto que fabrican. 

La pixelación es un subgénero del stop-motion que utiliza al cuerpo humano como marioneta en vez de los clásicos muñecos. No muchas personas manejan bien esta técnica. Tres de sus más talentosos exponentes son sin duda Norman McLaren, Jan Svankmajer y Juan Pablo Zaramella. Cuando está bien ejecutada, la pixelación genera efectos muy profundos en el espectador, la empatía de ver personas moviéndose como personajes animados permite contar historias y hablar de temas que nos interpelan como humanidad: la guerra en Neighbours de McLaren, el consumo en Food de Svankmajer y los sueños, la libertad y la alienación en Luminaris de Juan Pablo Zaramella.

En la película la luz es un personaje más y los humanos funcionan, por momentos, como máquinas. Los autos y la planta de producción son reemplazados por personas que, alienadas, repiten su rutina sin cuestionamientos. Una crítica sutil pero potente al sistema de producción fabril fordista que remite a la escena de la línea de producción de Tiempos Modernos (Modern Times, Charlie Chaplin, 1936). No por nada Luminaris tuvo el récord Guinness como el cortometraje más premiado. El cortometraje puede verse en Vimeo.

Texto por Juan Francisco Páez @HitosAnimados.

10. Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe (Walter Tournier, 2012, Uruguay).

Fotograma de la película Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe.

A Walter Tournier le tomó casi una década realizar este filme, el cual sigue las pautas de sus anteriores trabajos en stop-motion pero, esta vez, con mayor presupuesto y con una historia que apunta a un público infantil sin descuidar al adulto. Libremente basado en el personaje histórico Alexander Selkirk, la trama lo sigue en su travesía para cruzar el Cabo de Hornos junto con un grupo de codiciosos marinos. La avaricia de Selkirk le juega una mala pasada, pues sus compañeros deciden abandonarlo en una isla desierta en la cual tiene que sobrevivir por sus propios medios durante años.

Con gran carisma y dinamismo, esta película logra ser un muy agradable entretenimiento, aunque su relevancia no se queda ahí. Se trata de una coproducción entre Uruguay, Argentina y Chile con una sorprendente calidad técnica que se manifiesta en el buen diseño de personajes y cuidada escenografía. La trama busca rescatar un personaje algo olvidado dentro de nuestra historia que ha sido muchas veces reversionado bajo la visión de personas ajenas a nuestro continente, por lo que me parece una acertada decisión elegir una trama que tenga que ver con nosotros sin descuidar las mayores influencias de Tournier. La técnica, asimismo, es arriesgada por su costo, pero sale bien del paso, y de hecho considero que juega a favor de la trama. Al ser en stop-motion hay una sensación de presencia más potente, que permite sentir mayor realismo sin perder el estilo caricaturesco de los diseños.

Se trata de una película para ver en compañía de toda la familia. Los más niños se divertirán con el humor, mientras que los adultos podrán apreciar las referencias históricas y culturales. La película puede verse en la plataforma Disney Plus.

Texto por Victoria Rivas.

11. El niño y el mundo (Alê Abreu, 2013, Brasil).

Fotograma de la película El niño y el mundo.

Tras la partida de su padre en búsqueda de un mejor trabajo, un pequeño niño decide emprender una travesía fuera de su pueblo para encontrar a su papá. Durante este viaje, experimentamos el mundo a través de su asombro e inocencia: un mundo lleno de colores vibrantes, paisajes impactantes, personajes mágicos y máquinas escalofriantes. Todo esto reflejado en un estilo visual único, donde el trazo 2D nos brinda una expresividad infantil muy juguetona, acompañado de un diseño sonoro impecable. 

Alê Abreu, no pierde la oportunidad de darnos una crítica sobre la sociedad moderna capitalista, mostrando los horrores de la sobreexplotación de recursos, desigualdad social, consumo excesivo y la represión. A pesar de estos crudos tragos de realidad, la película termina convirtiéndose en un bálsamo que nos hará encarar las problemáticas actuales con una visión inocente y esperanzadora.

Texto por Dan El Pulpo @Dan_El_Pulpo.

12. Río 2096: una historia de amor y furia (Luiz Bolognesi, 2013, Brasil).

Fotograma de la película Rio 2096: una historia de amor y furia.

Dentro de las gratas anomalías de la animación latinoamericana, Río 2096: una historia de amor y furia merece una mención especial pues demuestra una eficaz asimilación del ánime y de la estética ciberpunk sin descuidar el contexto colonial de su trama. La historia se sitúa en cuatro momentos históricos: 1566, 1826, 1968 y 2096. La elección de estos episodios es obvia: trazar un recuento de los distintos regímenes de dominación que han azotado el territorio brasileño. También, sin embargo, se quiere enfatizar el espíritu emancipador y de lucha que caracteriza a la región. Esto lo consigue la película a través del personaje principal, un libertador con la facultad de viajar en el tiempo convertido en ave. Su viaje es, asimismo, una imposible historia de amor que ancla la trama en un patetismo muy al estilo de El atlas de las nubes (Cloud Atlas, Hermanas Wachowski, 2012). Más allá de las similitudes y sus limitaciones técnicas, la película es arriesgada por la hibridación cultural que no niega, sino que capitaliza, para contar una historia con la que es imposible no identificarse.

13. Anina (Alfredo Soderguit, 2013, Uruguay).

Fotograma de la película Anina.

«Me llamo Anina Yatay Salas, tengo 10 años y estoy metida en un lío de novela»; con esa declaración comienza Anina, una película de dibujos animados coproducida por Colombia y Uruguay. Anina es una niña que se encuentra conflictuada por su nombre, siente que es una burla. Ya sea por fanatismo o capricho de su padre, pero su nombre es inevitablemente palíndromo, lo cual provoca las risas de algunos de sus compañeros. Anina nos sumerge en su mundo y en sus problemas, nos lleva a la escuela donde es especialmente molestada por Yisel, a quien considera una «elefanta». Cuando su paciencia se agota, se forma una pelea a la hora del recreo. Este incidente termina con una llamada a sus padres para que se presenten en la dirección de la escuela y en una sanción para a las niñas. Anina recibe el castigo dentro de un sobre negro cerrado que no puede abrir hasta que vuelva a reunirse con la directora una semana después. En su afán de conocer lo que contiene el sobre, Anina se meterá en una maraña de problemas llena de emociones intensas propias de un niño donde en su universo se encuentran enemigas terroríficas, maestras cariñosas, maestras malvadas, mamás atentas otras malvadas, vecinas entrometidas y un viaje que la transformará sin que ella lo sepa.  

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Anina es un largometraje muy acogedor, transmite calidez desde el primer instante. Desde la paleta de colores con cálidos intensos hasta la voz de una chiquilla que te empieza a contar sus problemas como si de un secreto en voz alta se tratase, nos recuerda aquellas inquietudes, incertidumbre, sueños y miedos que atravesamos al estar pequeños, aquellos tiempos donde pequeñas cosas nos podrían parecer un lio de novela y el mundo se centraba en nuestro pequeño núcleo que a su vez pareciera gigante. Es una película emotiva con un aspecto visual poco convencional, pero muy asertivo con la trama y con personajes entrañables. 

Texto por Hannah Aguirre.

14. Cerulia (Sofía Carrillo, 2017, México).

Fotograma de la película Cerulia.

Se trata de un cortometraje del género de terror realizado en la técnica de stop-motion por una de las representantes mexicanas más reconocidas a nivel nacional e internacional de esta técnica.

Con fuertes influencias estéticas del cine de animación de los hermanos Quay y Jan Svankmajer, y una excelente fotografía, Carrillo nos lleva en un viaje surrealista en donde la protagonista se pierde entre la realidad y la fantasía, guiada por personajes que la llevan a reencontrarse con sucesos de su niñez, entrando a un perturbador mundo que pensaba había dejado atrás. Cerulia tiene un gran diseño de arte y marionetas bellamente realizadas, su historia nos envuelve desde el principio haciéndonos parte de la vida de los seres que habitan este mundo onírico, guiados por la música que se integra perfectamente lo que se cuenta, permitiendo al espectador introducirse todavía más a la ambientación lograda y sentir las emociones que nos presenta el desarrollo de la trama. En México, el cortometraje puede verse en la plataforma FilminLatino.

Texto por Roberto Padilla.

15. La casa lobo (Cristóbal León y Joaquón Cociña, Chile).

Fotograma de la película La casa lobo.

La dupla León-Cociña nos presenta una película que manifiesta la fina línea que separa las artes visuales del cine de animación. Sus directores, ambos artistas, trabajan el stop-motion a partir de las posibilidades plásticas de los materiales que utilizan. Es una obra que, visualmente, se encuentra en constante construcción. Sus personajes pueden ser pinturas en los muros de las paredes de esta casa, o restos del relleno de los sillones, o muñecos hechos con periódico, incluso figuras de porcelana. La trama, eso sí, sigue una linealidad: María es una joven que escapa de la Colonia (refiriéndose a la secta Colonia Dignidad en Chile) con dos cerditos que eventualmente se transforman en niños. Los tres conviven en una casa vacía y tratan de sobrevivir con lo que tienen mientras se ocultan del lobo que los persigue.

A nivel estético es oscura, algo grotesca si consideramos que los personajes constantemente se arman y desarman. Los sonidos se componen de susurros y de la inquietante transformación que nunca deja de ocurrir. La cámara, asimismo, supone una propuesta novedosa: no se queda tranquila en ningún momento. De hecho, todo lo que vemos es un plano secuencia en el que nunca notaremos un corte o transición. La intención de sus directores es hacer del proceso creativo la obra final, lo que favorece enormemente la oscuridad que rodea historia. Se trata, entonces, de una película que se encuentra a medio camino entre lo convencional y lo experimental, una obra única en su tipo si consideramos el corpus de lo que hasta el momento se ha realizado en Latinoamérica.

Texto por Victoria Rivas.

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