por Pablo Zamora y José Muñoz
Anora, la película ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2024, llegó a la 76ª Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional con una narrativa aparentemente simple, pero cargada de matices y significados. En palabras de su director, Anora es la historia de Ani, una joven trabajadora sexual rusoestadounidense que contrae matrimonio con Vanya el hijo de un oligarca ruso, una decisión que convierte sus sueños de cuento de hadas en una realidad distorsionada por las complejas percepciones de sus protagonistas.
La relación entre Ani y Vanya se desarrolla de manera tan fugaz como tumultuosa. Todo comienza tras un baile como cualquier otro, cuando la bailarina conoce al hombre que pondrá su mundo de cabeza. Lo que inicialmente parece ser una relación profesional entre bailarina y cliente pronto se transforma en algo más profundo, trascendiendo los límites del centro nocturno donde ella trabaja. Después de un romance marcado por el exceso, Vanya le propone matrimonio, un gesto romántico que para Ani significa una oportunidad de escapar de su cruda realidad. Sin embargo, la historia da un giro de 180 grados cuando se revelan (aunque de manera parcial) las limitaciones que el joven enfrenta para sostener la relación. Aquí emerge un contexto que, hasta ese punto, había permanecido en la sombra: la feroz oposición de los padres de Vanya a cualquier vínculo amoroso de su hijo en territorio estadounidense.

La trama se intensifica cuando Vanya recibe la noticia de la llegada de sus padres a Estados Unidos, quienes tienen la firme intención de llevárselo de vuelta a Rusia. Su reacción es tan impulsiva como inesperada: huye, abandonando a Ani con su padrino y un grupo de matones. El desenlace de esta búsqueda lo devuelve al mismo bar donde conoció a Ani, pero las circunstancias ahora son diferentes. En un giro cruel del destino, Ani, que alguna vez fue su compañera, se convierte en su rival laboral.
El clímax llega cuando los padres de Vanya logran cancelar el matrimonio, dejando a ambos protagonistas frente a una realidad desoladora: él regresa a Rusia y ella sigue trabajando en el club nocturno, compartiendo un hogar con su hermana. Sin embargo, el final sorprende con un giro inesperado que redefine el destino de Ani, rompiendo las expectativas y dejando al espectador reflexionando.

«Aunque los temas de Baker han sido explorados en otras películas, su aproximación se distingue por la dignidad y el respeto que otorga a sus personajes».
Aquellos familiarizados con el cine de Sean Baker encontrarán en Anora un eco de sus obras autorales, caracterizadas por la exploración de temas y personajes que suelen ser tabú en la industria cinematográfica. En Red Rocket (2021), por ejemplo, aborda la decadencia de un actor porno que encuentra en una joven su última oportunidad de redención. En The Florida Project (2017), retrata la precaria vida de una madre soltera y su hija, quienes sobreviven en el abandono junto a otros niños marginados. Y en Tangerine (2015), nos sumerge en el día caótico de una trabajadora sexual y su amiga, quien, tras salir de prisión, busca vengarse de la nueva novia de su proxeneta.
Aunque los temas de Baker han sido explorados en otras películas, su aproximación se distingue por la dignidad y el respeto que otorga a sus personajes. Con un estilo que combina la comedia y el drama, sus historias a menudo culminan en golpes de realidad devastadores, pero con una pequeña chispa de esperanza que sugiere que, al final, no todo está perdido.

