El mito renovado de James Gunn
En el año 2001 un acontecimiento sacudía la historia de Estados Unidos: dos ataques directos en su urbe más poblada, Nueva York, sacudieron las conciencias del país y ocasionaron una ola de antislamismo que justificó la posterior guerra contra Irak.
Dividido, el país se sumió en una suerte de guerra civil en la que un lado se oponía al intervencionismo americano y otro sentía una urgencia por la seguridad nacional. Eso inspiró al escritor Mark Millar a escribir el cómic de Civil War (2006) en Marvel, donde una parte de los personajes apoyaba el registro de superhumanos ante el gobierno y otra apostaba por el derecho de estos a tener una identidad secreta. Esta historia fue llevada a las pantallas de una forma bastante despolitizada por los hermanos Russo en Capitán América: Civil War (2016), donde la mayor disyuntiva era apoyar a un personaje ficticio u otro, sin ninguna conexión aparente con la realidad. Es curioso que casi diez años después, James Gunn retome la historia del hombre de acero y la use como excusa para hablarle, de nuevo, a un Estados Unidos dividido.
Superman (2025), es un reinicio de la propiedad de DC, un nuevo intento por competir con Marvel Studios la taquilla internacional. Pero para el cineasta, favorito entre los fanáticos de este tipo de películas, es la oportunidad perfecta para actualizar el mito del primer superhéroe del mundo.

El hombre del mañana fue creado por Jerry Siegel y Joe Shuster y vio la luz en abril de 1938 en plena era dorada del cómic estadounidense, la revista pulp, la ciencia ficción postindustrial y la propaganda política masificada. Fue una de las armas más poderosas para difundir la idea de la verdad, la justicia y el American Way Of Life, que puso al país del norte como la gran referencia de la cultura pop de occidente.
Esa idea alimentó al personaje durante buena parte de sus apariciones en el mainstream, desde la primera serie de cortos animados creados por Max Fleischer (que, por cierto, están actualmente en cartelera), hasta la interpretación que le dieron Richard Donner y Christopher Reeve en la década de los setenta y ochenta.
Sin embargo, en los cómics el personaje ha recibido aire fresco de vez en cuando, que lo ha mantenido relevante hasta nuestros días. Geoff Johns, Paul Dini, Dan Jurgens, John Byrne, Grant Morrison, Alan Moore y Mark Waid, son algunos de los escritores que han repensado una y otra vez lo que este personaje puede representar para el mundo. Ha muerto, resucitado, ha sido viejo, ha sido comunista, ha sido padre de un hijo bisexual, se ha enemistado con su padre kryptoniano al creer que cometía crímenes de guerra, lo ha perdonado, ha sido tirano y hasta ha ido a reparar el sol.

«Superman es el mito renovado de un personaje que históricamente ha representado un ideal supremacista, militar y occidental».
La historia de Clark Joseph Kent ha evolucionado y llegado hasta nuevas generaciones para representar nuevos valores. Incluso en sus apariciones en otros medios como en la televisión, series como Smalville (2001 – 2011) o Superman & Lois (2021 – 2024), han añadido profundidad a un personaje que parecía empolvado y rezagado al siglo XX.
Con esto en cuenta, Superman de James Gunn forma parte de una nueva mitología del personaje. En su historia, el mundo ha amado a Superman por casi tres años, Sin embargo, un conflicto entre dos naciones ficticias ubicadas entre Europa del este y medio oriente y la intervención del kryptoniano, tienen al público dividido.
Poco a poco se nos revela que quien está detrás de este conflicto es Lex Luthor, que apoya con armamento y una campaña mediática a uno de esos países a cambio de recursos y tierras para su imperio corporativo. En su afán por destruir la reputación de Superman, lo hace dudar de su verdadero propósito en el mundo y pone a todos en su contra, apuntándolo como un extranjero no solo de su país, sino del mundo. Un inmigrante alienígena que se ha convertido en un enemigo en común.
Con una breve descripción de la historia, queda en entredicho a lo que Gunn apunta: un Estados Unidos dividido por las políticas trumpistas y el apoyo militar de su país hacia otra nación invasora. Resulta cuando menos curioso que en un momento en el que cine de Hollywood sigue empeñándose en impulsar historias escapistas, una cinta de 200 millones de dólares sobre uno de los personajes más populares del planeta, haga este tipo de no tan veladas menciones a un contexto próximo y que podemos ver en tiempo real.
Para James Gunn, Superman no solo parte de un reinicio colorido, divertido y jocoso, inspirado por la psicodelia de los cómics de la era de plata, personajes entrañables y un cast diverso, parte de la necesidad de voltear al mundo real y recordar, como bien dicen Superman y Lois en algún momento, que la bondad es el verdadero punk rock.
Superman es el mito renovado de un personaje que históricamente ha representado un ideal supremacista, militar y occidental. Quizá solo quede pendiente el necesario cuestionamiento de la maquinaria que mueve a esta película, quizá no haya que olvidar que existen intereses de mercado de por medio, pero no sería justo obviar que Gunn demuestra una vez más que sus superhéroes nacen de un contexto profundamente humanista, donde toda forma de vida, incluidos perros, tortugas y ardillas, valen la pena de ser protegidas.

