Crítica

El amor en febrero| Crítica: Antes de la medianoche de Richard Linklater

Las realidades del amor

Por El Huitzo

A menudo considerada la película «no-romántica» de la trilogía del «antes de…», entre más veo Antes de la medianoche (Before Midnight, Richard Linklater, 2013) me convenzo que es una injusticia no considerarla, al mismo nivel que Antes del amanecer (Before Sunrise, Richard Linklater, 1995) y Antes del atardecer (Before Sunset, Richard Linklater, 2004), una película de amor, porque es la que más sinceramente aborda el tema de las tres.

La película parece tener una cosa clara: el amor no es solo el instante de conexión, es también la vida diaria, lo cotidiano en pareja, las pequeñas grietas que inevitablemente comienzan a surgir y, a partir de eso, encontrar la manera de seguir juntos si el amor está ahí; como el mismo Jesse (Ethan Hawke) lo dice hacia el final: «esto es amor, esto es la vida real, y no es perfecto, pero es real». El amor no es únicamente una caminata en el atardecer de París o una noche bajo las estrellas de Viena, también es la rutina, el paso del tiempo; también es conflicto, ese conflicto que, en Antes de la medianoche, por ejemplo, es casi insostenible para sus personajes y para nosotros mismos, ¿será que estamos adoctrinados para creer que el conflicto es algo inherentemente malo?

Antes de la medianoche siempre será la película más complicada de ver de la trilogía, toda la secuencia del hotel es dolorosa, principalmente porque sabemos que esta discusión, aunque necesaria, pone en cuerda floja todas las expectativas románticas que las dos primeras plantearon. Desde su misma realización, Linklater parece querer mostrarnos una versión más «real» de la vida, menos idealizada; lejos está el tratamiento onírico en las escalas episódicas de la noche en Viena de Antes del amanecer o el continuo idilio bajo el sol de París en Antes del atardecer.

Si bien, esta tercera parte toma ciertos recursos cinematográficos de las primeras dos —el traveling frontal es quizás el más evidente—, en realidad lo que busca es generar cierta sensación de mundanidad en el espectador, por ejemplo, el tratamiento de los espacios parece ser diseñado para crear un ambiente en el que los personajes son asfixiados por su entorno en lugar de ser parte de él, los exteriores paradisíacos se vuelven más una carga que una maravilla. La misma habitación de hotel donde ocurre la escena central, parece fungir no como un sitio íntimo, sino como un espacio claustrofóbico presentado, en su disposición, casi como un campo de batalla donde Jesse y Céline (Julie Delpy) rara vez son presentados juntos y cuando lo son, la composición, así como la mise-en-scéne, son tan extrañas que se siente como un choque violento en el contexto del filme.

Sin embargo, Antes de la medianoche no es una película de ruptura ni de desamor, es una película sobre amor y sobre las complicaciones que hay en él. En ella se profundiza en temas vistos en las anteriores como la lucha por la búsqueda de identidad propia frente a la arrolladora fuerza de conectar con alguien a quien deseas entregarle todo de ti; Before Midnight trata de lidiar con las consecuencias de esto, y no en un sentido negativo, simplemente en un sentido honesto y real.

«Jesse y Céline parecen estar dispuestos, a pesar de todas las pequeñas y grandes complicaciones de la convivencia diaria, a disfrutar lo que queda de ellos juntos, sea toda la vida o sea únicamente esa noche…».

Es gracias a esa premisa que el final es, hasta cierto punto, lo que hace a esta película la más «realísticamente» romántica de las tres: Jesse y Céline (Julie Delpy) parecen estar dispuestos, a pesar de todas las pequeñas y grandes complicaciones de la convivencia diaria, a disfrutar lo que queda de ellos juntos, sea toda la vida o sea únicamente esa noche, no importa, ambos parecen seguros —en una evolución sorprendentemente realista y romántica de la idealización de las primeras dos— en que lo importante, ahora más que nunca, es el momento y la esperanza de que el amor pueda ser eterno.

Sobre el por qué no se puede saber lo que vendrá después, y “si se quedan juntos o no” es una pregunta en la que la respuesta es lo de menos, porque, si algo nos ha enseñado esta trilogía, es que el amor no se trata de lo que vendrá ni de lo que ha sido, se trata de lo que es, del tiempo presente y de lo que hacemos con él, se trata del instante compartido y la belleza de poder reconocer dicho instante como único y saber vivirlo con la persona a la que se ama. Eso es todo, no hay nada más.


Nota de la redacción: Este texto forma parte la Convocatoria de febrero escribe sobre tu película romántica favorita publicada en redes sociales de Fotogenia.

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