Exequias: La criptocripta de Cronenberg
Por Juan Ramón Ríos
«Tú ves un cadáver, un cuerpo muerto,
mutilado, anónimo, y sí, enfermo. Pero yo no.
Yo viví en el paisaje de ese cuerpo muchos años.
Cuando cambió ese paisaje, cambió mi vida con él».
-David Cronenberg en Consumidos
Hace algunos años escribí un cuento mínimo en el que Cronenberg se enfrenta a su reflejo envejecido. Con ingenuidad de escritor primerizo, pretendía explorar ideas/referencias sobre cine, literatura, adaptación y asimilación; propiedades transfigurativas de la expresión artística. Al encontrarme ante The Death of David Cronenberg (2021), su nuevo cortometraje lanzado el pasado mes de septiembre en la plataforma de compra-venta criptográfica SuperRare, no pude evitar pensar en dicho texto y replantear varias consideraciones temáticas que rondan al cineasta de origen canadiense y el medio que por ahora aloja su trabajo más reciente.
56 segundos. 7 planos.
Una habitación anegada de tonos blancuzcos; clínica y petrificada como si estuviese suspendida en el tiempo. Una figura recostada en la cama y al fondo, en el punto más distante, una ventana. Al encuadre entra un hombre de bata grisácea.
Al hombre de la bata retratado en plano medio le reconocemos el rostro, sus facciones; un rectángulo de luz oblicuo sobre la pared; en esa cara se dibuja un gesto de sutil desconcierto.
La figura recostada en la cama tiene el mismo rostro que el recién llegado, corroído y cenizo; un duplicado fallecido que yace en aquel ático-páramo. El hombre de la bata respira y avanza para salir del cuadro con decisión y resignación.
Una toma del muerto con el cuerpo horizontal; inerte, la boca abierta.
El hombre de la bata se inclina encima del cadáver, su difunta imagen refractaria; lo besa dos veces en distintos puntos y procede a acurrucarse junto a él, pasa su brazo por encima del torso cubierto por una sábana. La toma de mayor duración, 20 segundos.
Un plano detalle de los rostros superpuestos uno junto al otro, cara contra cara; como si uno respirase por los dos, suave y tiernamente, mimetizándose en una serie de suspiros funerarios.

Sin título de inicio o créditos finales. Sin diálogos. Sin música. Sin fundidos a negro ni florituras de posproducción. Imágenes puras y directas. Nítidas y filosamente cortantes en su definición. El de Cronenberg es un cine de lo corporal y sus horrores. Evocaciones psicosomáticas, prótesis, prostéticos, bioplasticidades, mutaciones, desintegraciones, experimentos, contagios, vínculos, vialidades y viralidades. El paso de lo biológico/visceral a una agencia psíquica atravesada por lo corporativo y lo tecnológico. Una estética que se sirve de desdoblamientos para examinar tránsitos y trascendencias: sosias, gemelos, alteridades ambulantes. Derivas identitarias. Formas de multiplicidad. El cuerpo como terreno cruento donde se cauterizan las amplias capas de experiencia y posibilidad humana.
Dichos elementos se encuentran en tensión al habitar la naturaleza volátil de lo digital. En una obra concisa y postrera, más allá de la mortalidad y su aceptación, The Death of David Cronenberg permite preguntar por el significado de la propiedad y la pertenencia. Al navegar junto a los delirios contemporáneos que pretenden poseer lo intangible: NFTs, la obra de arte en la época de su no-fungibilidad/indivisibilidad técnica.

«The Death of David Cronenberg permite preguntar por el significado de la propiedad y la pertenencia. Al navegar junto a los delirios contemporáneos que pretenden poseer lo intangible».
Con su quietud distante, estilizada y abstracta, cercana a la manera en que una de las escenas finales de 2001: A Space Odyssey (1968) sugiere otro espacio de confrontación con un doble desgastado, Cronenberg precisa la necesidad de una autopsia fantasiosa donde la aceleración y la velocidad que solía acostumbrar se ven anuladas para tornarse en una puesta en escena de la muerte que ruega detenimiento como un entomólogo que ha clavado la aguja sobre su objeto de estudio. La mesa de disección metálica/mecánica dispuesta para la metamorfosis decisiva. Un sepulcro blanco, virtual y encriptado construido para despedirse de una parte moribunda de sí mismo.