Por Axl Flores
Una pareja, dos amantes. Mientras uno desarrolla sus actividades cotidianas una voz en off, la del otro, enuncia las cualidades, destrezas y defectos del sujeto del que se enamoró. El ejercicio pide a cada amante desnudar sus sentimientos por el otro, los dos lo hacen a su forma, sin embargo, ambas apreciaciones coinciden: el amor es mutuo.
Ese podría ser el inicio de una historia de amor, pero no, es el inicio de la debacle amorosa de la pareja que integran Nicole (Scarlett Johansson) y Charlie (Adam Driver) en Historia de un matrimonio (A Marriage Story, 2019), la más reciente película del neoyorquino Noah Baumbach, que fiel a su costumbre crea un dramedy, quizá esta vez en su versión más woodyallenesca, sobre los miedos, frustraciones y ansiedades que provoca una vida nueva.
Nicole, aclamada actriz teatral, famosa también por sus inicios en cine, toma la decisión de divorciarse, pues se ha cansado de vivir a la sombra de su marido y director Charlie. Afirma en una conversación con su abogada (Laura Dern), que durante sus años de matrimonio mientras el nombre de su esposo se engrandece, su figura cada vez es más pequeña “al principio pensé que con ser esposa y madre bastaba”, esa problemática es la razón por la que decide embarcarse en busca de un protagónico de una serie de televisión y una vida lejos de la figura de su marido.
Charlie, por su parte, llega al pico más alto de su carrera como director, pues ha sido galardonado con una beca que le garantiza un apoyo económico que le permitirá invertir dinero en su pasión más grande en la vida: su compañía de teatro. A su vez, su obras han dejado de ser apreciadas por un pequeño público y se preparan para ser estrenadas en Broadway, en ese sentido, Charlie no logra entender la razón por la que, en un momento tan álgido en la carrera de ambos, es decir cuando se ha logrado el propósito que ambos pensaron al inicio de su carrera, Nicole busque una separación.
Resulta paradójico que una cinta titulada Historia de un matrimonio, verse sobre los conflictos matrimoniales y principalmente sobre el divorcio, tal vez en sintonía con aquella película de Bergman, cuyo nombre en inglés Scenes from a marriage (1973) aparece en el encabezado de un cuadro en casa de la pareja. Sin embargo, lo que a simple vista parece una referencia o una cuestión retórica, es más bien conceptual, a Baumbach poco le importa el matrimonio en su acepción más común, se interesa por los diversos significados que adquiere en nuestra sociedad y es por eso, que pocas veces se reduce el drama a las típicas escenas de alcoba.
¿Puede existir una convivencia familiar sana sin necesidad de un matrimonio? ¿Es este el fin último de la vida sentimental? O ¿incluso el matrimonio se ha vuelto un bien pragmático, que puede negociarse en una mesa y adorna los CV en los despachos de abogados? Baumbach parece responder, es eso y más. A estas preguntas se les agrega una motivación por filmar todos los lados de una separación, como el del hijo que aprovecha la pelea de sus padres para ir dos veces a los lugares que quiere; el de la familia que promete mantener contacto aunque la relación haya terminado y el de la propia vida íntima de Nicole y Charlie.
Historia de un matrimonio se construye a través de las diferentes percepciones que se pueden tener sobre el fin de un matrimonio, mientras por un lado existe la visión del divorcio como liberación de la opresión que ejerce el hombre sobre la mujer y una guerra que consiste en un ganar-perder, existe otro frente, el de la asimilación de una nueva forma de vivir que se basa en el olvido del ser amado, cuya presencia aún se dibuja en los más mínimos detalles.
Baumbach contrapone los procesos de asimilación de la separación de Charlie y Nicole, para formular que a veces un matrimonio no siempre termina en un divorcio, sino que continúa en los pequeños gestos, en los momentos en los que el uno necesita de la ayuda del otro. Es decir, todo divorcio es también la historia de un matrimonio.
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