Un sujeto analógico metido en un videojuego
por Axl Flores
La primera escena de Ready Player One (Steven Spielberg, 2018) comienza en lo que parece ser una ciudad después de superar un apocalipsis, a través de una voz en off Wade (Tye Sheridan, a quien después conoceremos como Parzival) confirma la suposición, es el año 2045 y el mundo a partir de 2027 se ha transformado en una sucesión de crisis y conflictos, sin embargo, camina feliz, pues él pertenece a una generación que dejó de preocuparse por los problemas y comenzó a vivir con ellos. La solución ante cualquier problemática, pronto se abre ante los ojos del personaje, un lugar virtual llamado Oasis en el que todos pueden ser lo que quieran ser, esa promesa por utópica encubre una realidad ignorada en la que Wade está a punto de sumergirse.
Pese a su diseño futurista, el Oasis resulta ser una oda al pasado, mediante múltiples referencias a lo que se conoce como cultura pop la estética del lugar se debate en una combinación entre la cultura visual análoga y la digital. James Hallyday, el creador de tan magnífico espacio es un romántico que añora los años pasados y el legado del Oasis es precisamente ese, que cada jugador sienta como suya una época en la que probablemente no vivió. Así, la mayoría de los personajes principales son un grupo de adolescentes que buscan defender a todo costo los legados de Hallyday.

Ready Player One se inscribe en un fenómeno cinematográfico que puede ser llamado nostalgia millenial, pues junto a películas como todo el Universo Cinematográfico Marvel, Detective Pikachu y las nuevas de Star Wars busca traer un éxito pasado a las normas del consumo actual, sin embargo, hay algo que puede diferenciar a la película de Spielberg de todas las demás, Spielberg comprende que un error de todas esas nuevas sagas es que buscan crear una imagen tan original como la primigenia que no logra llegar más allá del simple homenaje o reverencia, por eso en Ready Player One en lugar de la originalidad busca trabajar con el absurdo.
En la película se puede observar a un T-Rex persiguiendo a una camioneta por las calles de Nueva York, a la icónica motocicleta de Akira ser aplastada por King Kong, a Chucky pelear una batalla junto a personajes de Halo, escenas de El Resplandor transformadas en un simple videojuego, al Gigante de Hierro pelear contra el Mechagodzilla y así se podría crear un texto inmenso que marque cada una de las referencias que hay en la película que bien pudiera superar en páginas al homónimo best-seller en el que se basa la película, todo puede pasar porque de lo único que se trata es de recordar una época.

«La película eleva la experiencia virtual por encima de la física y no lo hace por un engrandecimiento de las capacidades tecnológicas, sino porque es un mundo en donde Take on me de A-ha sigue siendo la canción de moda, en donde pese a todas las dificultades todo se puede resolver con un happy end…»
En ese sentido es interesante cómo cada escena de la película eleva la experiencia virtual por encima de la física y no lo hace por un engrandecimiento de las capacidades tecnológicas, sino porque es un mundo en donde Take on me de A-ha sigue siendo la canción de moda, en donde pese a todas las dificultades todo se puede resolver con un happy end, porque Spielberg no problematiza en las divisiones sociales que también se hacen presentes en el Oasis, solo las deja como algo producto de la maldad.
Se podría pensar que Ready Player One es la película más innovadora de Spielberg en los últimos años, pero sin duda es la más conservadora, al igual que Hallyday y Wade, él es un sujeto analógico en un mundo digital, alguien que sigue añorando los tiempos en los que podía hacer correr a un dinosaurio detrás de una camioneta; Ready Player One es la carta de amor a un cine y una época en la que, con todas sus absurdas complejidades, aún se creía en los finales felices.