Crítica

Crítica: Frágil como el mundo de Rita Azevedo Gomes

Un sentimiento imperecedero

por Axl Flores

“Terror de amarte en un sitio tan frágil como el mundo.

Mal de amarte en este lugar de imperfección…”

-Sophia de Mello Breyner Andresen

Un fragmento del poema Terror de amar (que antecede a estas líneas) de Sophia de Mello es la inspiración que toma Rita Azevedo Gomes para la historia de Frágil como el mundo (Frágil como o mundo, 2001), película en la que Vera y Joao, dos jóvenes que apenas están descubriendo la sensación de amar buscan que su enamoramiento dure para siempre, sin embargo, rápidamente se dan cuenta de la imposibilidad de su deseo y que el miedo a perder su amor los llevará irremediablemente a la tragedia. En Frágil como el mundo Azevedo entiende que, como manifiesta Vera, mucho amor no puede existir sin mucho miedo a perderlo.    

Durante toda la película no hay claras alusiones al poema de Mello, solo aparece sutilmente y como una referencia al final; lo que logra Azevedo es pasar completamente el estado emocional del poema a las imágenes de la película, capturar el sentimiento, guiarse por la voluntad poética y no por la narración, lo que ubica a Frágil como el mundo más allá de cualquier película sobre el descubrimiento juvenil.

En el film el amor es un don tan bello como doloroso, Vera va de la emoción de leer las cartas de su amado Joao hasta desmayarse por todo lo que siente, e incluso comienza a preguntarse sobre si es posible llegar a morir de amor, de ahí que cada plano de la película dé la sensación de estar ante un mundo profundamente romántico, incrementado por una narración en off  de una voz experimentada que da sentido a los actos de los dos jóvenes. Un mundo que también puede ser muy triste, pues como si fuera un mal heredado, la madre de Vera se lamenta por el estado emocional de su hija, así como de la dificultad de poder dar algún apoyo: “amor, amor ¿qué haremos contigo?¿qué harás tú con nosotros?”.

En ese sentido también hay una predilección muy marcada de Azevedo por la palabra, Frágil como el mundo es de cierta forma un film de sentencias, en una parte porque cada diálogo es recitado como una: “los inocentes y los bellos no tienen enemigos, más que el tiempo”; pero principalmente porque lo real y lo natural marcan una finitud al sentimiento. Si en Correspondencias (2016), como bien marca Roger Koza, el que escribe desde el exilio ha sido tocado en su intimidad por la historia, en Frágil como el mundo el que ama ha sido condenado (a dejar de amar, a no poder amar por siempre) por el tiempo.

«En Frágil como el mundo Azevedo entiende que, como manifiesta Vera, mucho amor no puede existir sin mucho miedo a perderlo…»

Sin embargo, la película parece mostrar un escape a esa condena y es en parte un escape muy trágico que convierte al amor de los jóvenes en algo más allá de lo físico, en la leyenda de un amor cuyo final fue buscar la eternidad, dos amantes que serán vistos siempre bajando del río. Las leyendas y la poesía reclaman una parte a la vida y esos dos jóvenes enamorados continuarán esparciendo su amor en el bosque en el que se han recluido, rumbo al final una niña le comentará a sus padres que los ha visto y todo el mundo sabrá de la historia de dos que se amaron ahí.  

Las emociones pueden ser finitas, pero los relatos sobre ellas no, el mayor mérito de Frágil como el mundo es que al menos en el mundo de la película, como si fuera la realidad de un poema, el enamoramiento es un sentimiento imperecedero.   

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