La ausencia de una madre
por Axl Flores
En un primer encuentro hay algo que hace inclasificable una película como La metamorfosis de los pájaros (A Metamorfose dos Pássaros, 2020), ópera prima de Catarina Vasconcelos, porque si bien responde a una tendencia en el cine contemporáneo de buscar en objetos como cartas, diarios y fotografías rastros que desentrañen secretos de vidas pasadas —en especial la de seres queridos—, durante gran parte de su duración el centro de la película parece ser otro, como si su puesta en escena se interesara principalmente por la relación que hay entre la fe y la espera, entre los valores católicos de Portugal y los roles sociales que se asocian al hombre y la mujer; porque Vasconcelos, antes que a la indagación, escoge a la ficción, o más bien a la invención, para profundizar en su árbol genealógico.
Primero se presenta la historia de Beatriz y Henrique, quienes un día se conocieron y desde ese momento comenzaron la historia de una familia. Él, marinero, debió ausentarse durante mucho tiempo del hogar. Ella, ama de casa, debió dedicarse casi toda su vida a las labores de cuidado de sus hijos. Con un océano de separación, el único contacto entre ambos era mediante una correspondencia, en la que se contaban cuanto añoraban volver a encontrarse. De la historia de Beatriz y Henrique surge la de Jacinto, uno de los hijos, quien posteriormente también será padre de una niña llamada Catarina, la misma directora.
¿Cómo acercarse a la memoria familiar sin suponer una traición a los afectos que hay en ella? ¿Cómo superar la mera mención de los hechos, para en su lugar trazar un mapa de los sentimientos que acompañan a cada suceso? Esas preguntas parecen responderse en La metamorfosis de los pájaros, porque es una película sobre todos los sentimientos que atraviesan a una familia, antes que a los hechos, se prioriza a las emociones. Según la misma directora, la película nació de la lectura que hizo de las cartas de su abuelo y su abuela (que estuvieron a punto de ser quemadas), pero principalmente del sentir que compartía con su padre de ser huérfanos de madre.


«La metamorfosis de los pájaros encuentra en lo personal algo universal: pocas veces se ha hablado de lo que es la ausencia de a quién dirigir la palabra madre como aquí».
Es por eso que la puesta en escena adquiere tintes que llegan a lo metafórico, gracias a la combinación de una voz en off —un uso magistral de la voz en off— con imágenes en ocasiones ajenas a la narración, captadas con gran belleza por la cinefotografía de Paulo Menezes —que hace recordar a los mejores trabajos de Acácio de Almeida, fotógrafo de cineastas como Manoel de Oliveira, Rita Azevedo Gomes, Paulo Rocha y Antonio Reis—. Incluso en un momento se admite haber cambiado el nombre de Jacinto para la realización de la película, porque para Vasconcelos poco importa la reconstrucción de los hechos, sino cómo estos pueden ser aprovechados cinematográficamente.
En muchas ocasiones, La metamorfosis de los pájaros resulta parecida a uno de esos enredados árboles genealógicos del pentateuco de La Biblia o los entramados de Cien años de soledad, pero ante la dificultad que presenta para el espectador seguir las líneas sanguíneas, el film de Vasconcelos propone a la imaginación como salida, propone imaginar una nueva vida en los árboles y en esos pájaros que migran en cada estación y que parecen ser siempre los mismos, porque ante todo lo incomprensible que nos rodea, siempre (nos) queda inventar un nuevo camino.
Al alejarse del ya tan conocido documental sobre los secretos familiares y crear un relato que en ocasiones traspasa la ficción, La metamorfosis de los pájaros encuentra en lo personal algo universal: pocas veces se ha hablado de lo que es la ausencia de a quién dirigir la palabra madre como aquí.