Crítica

Crítica: Juana de Arco de Bruno Dumont

La letanía parsimoniosa de la Doncella de Orleans

por Paulina Vázquez

«Les he dado mi pan, ¡vaya negocio! 

Tendrán hambre esta noche, tendrán hambre mañana. 

 La religión de Cristo, es una religión de desesperación, 

porque desespera de la vida y sólo tiene esperanza 

en la eternidad.» 

Juana de Arco (fragmento). 

Charles Péguy

Para quienes admiran y disfrutan del cine de Dumont, seguramente no les resultará difícil disfrutar de esta cruzada parsimoniosa que trae de nueva cuenta hasta nuestros días la historia de la Doncella de Orleans, mejor conocida como Juana de Arco. Sin embargo, para quienes no son afectos al estilo de este director francés, en Juana de Arco (Jeanne, 2019) encontrarán un motivo más para abonar a la polémica que envuelve a este representante de lo que James Quandt llama new french extremity

Lise Leplat Prudhomme es la jovial actriz encargada de representar por segunda ocasión a la joven campesina Juana de Arco, en su travesía durante la última etapa de la Guerra de los Cien Años en Francia. Aunque en un inicio nos encontramos con una cuasiepifanía musicalizada, el ritmo del filme fluctúa posteriormente entre asaltos cuyo tono varía de momento a momento, poniendo sobre la mesa las eternas inquietudes existencialistas del cineasta. 

Si bien resulta toda una cruzada mirar esta segunda entrega que realiza Dumont, la resplandeciente luz particular de la arquitectura gótica así como sus marcadas características estéticas y diseñistas pueden considerarse un atributo que enmarca el guion de este largometraje de eternas letanías, especialmente en las tomas realizadas en la catedral de Rouen. 

«En Juana de Arco (Jeanne, 2019) encontrarán un motivo más para abonar a la polémica que envuelve a este representante de lo que James Quandt llama new french extremit«

La dirección histriónica claramente está empujada hacia una teatralidad que recuerda el estilo de las puestas en escena europeas posteriores a la guerra franco-prusiana, etapa mejor conocida como Belle Époque; es así como el tratamiento del filme deambula entre una neutralidad seca hasta un estilo particularmente estrafalario. En tal sentido, se hace evidente la relación de poder presente entre sus personajes y se refleja en el contraste entre las grotescas actuaciones de los sujetos masculinos que rodean a Juana de Arco —desde el rey hasta los miembros del clero— y la sobriedad casi inexpresiva y mesurada de la versión joven de la mártir. 

Esta suerte de mezcla entre drama y comedia es acentuada de vez en cuando por episodios musicalizados que aluden a los pensamientos de la pequeña Juana, entonados por la voz casi apagada del cantante recientemente fallecido Christophe (Daniel Bevilacqua) a quien también se le atribuye su particular banda sonora que, si bien no es del gusto de todos, se ha vuelto un sello singular del filme. 

Dumont afirma que se trata de un filme de acción gótico, podemos comprender —una vez digerido el contenido total de esta producción— que el comentario tiene toda la intención de ser hilarante ya que dista mucho de lo que a un filme de acción se refiere, aunque en cuanto a lo gótico se lo debe completamente a las locaciones y a la clara influencia poética de Charles Péguy. Este film que forma parte de la Muestra Internacional de Cine, estará disponible en salas de Cineteca Nacional del 15 al 20 de noviembre.

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