Crítica

Crítica: Wonder Woman 1984 de Patty Jenkins

De blockbusters en épocas de covid

Por Axl Flores

Entre tantas situaciones que han sucedido, el 2020 será recordado por la industria cinematográfica como el peor año para los blockbusters, no solo por el retraso escalonado de estrenos que se pensaba abarrotarían las salas de cada complejo cinematográfico, también porque los parámetros de la «nueva normalidad» le han mostrado a los grandes estudios el camino del streaming, una situación que hace reconsiderar el futuro de la sala de cine como negocio.

El caso de Wonder Woman 1984 (2020) de Patty Jenkins, primera película grande de Warner en estrenarse en conjunto en salas y la plataforma HBO Max en Estados Unidos, tal vez haga demorar los clavos en el ataúd de la sala cinematográfica y es que si hubo una película en este año que vale la denominación de blockbuster es esta. El nuevo film del dúo Jenkins-Gadot tiene toda la absurda grandeza de un «taquillazo».

Entre la vasta autocomplacencia que rige el nuevo mundo de los superhéroes en el cine, el universo de la Mujer Maravilla de Jenkins parecía, desde un inicio, uno que trataba de ir más allá de los intereses de franquicia. La directora, con pleno conocimiento de las singularidades de su personaje, exploró en su anterior película (Wonder Woman, 2017) la combinación de lo histórico, lo fantástico y lo mitológico sin importar la extrañeza de su premisa, una superheroína que salvaba al mundo de los ataques de Ares en plena Primera Guerra Mundial era más que anómala entre una serie de películas cuya creatividad no iba más allá que la de enfrentar —o llegar a unir— a Batman con Superman y, sin embargo, funcionó.

Al inicio de Wonder Woman 1984, esa combinación histórica —como da entender su nombre, se sitúa en 1984—, fantástica y mitológica —gracias a la existencia de una piedra antigua que concede deseos y es anhelada por el villano Maxwell Lord (Pedro Pascal)— también es la regla de acción que, incluso, sirve para abanderar más causas, en un momento Diana Prince (Gal Gadot) salva a Bárbara (Kristen Wiig), su compañera de trabajo, de un hombre que la acosa por las calles, una escena que en otra película de su tipo sería usada para el beneplácito del héroe, aquí es un gesto desinteresado de amistad. Jenkins no tiene dudas sobre el deber ser de su protagonista y si hay algo que resalta de estas dos películas que aspiran a trilogía es precisamente ese punto, porque hay algo de personal ahí. 

Mujer Maravilla no es una heroína común —al menos esta Mujer Maravilla—, por eso su actuar es diferente, y los primeros minutos son muestra de ello, a través de una mezcla de destreza física, edición y efectos especiales se traza la guía que debe regir el camino de esta amazona: la verdad; ya sea simbolizada en su icónico lazo, o en esa frase que su mentora le recalca después de una competencia, «ningún héroe de verdad surge de una mentira». Por esa razón, no resulta nada sorprendente que el conflicto del film se oriente como una prueba al temperamento de Diana, quien debe reafirmar su camino, aún cuando el retorno de su amado Steve Trevor (Chris Pine), gracias a la magia de la piedra del sueño, le haga vivir una añorada vida normal.

«Ver una película como Wonder Woman 1984 con todo y su abuso de CGI en pleno 2020, sirva para recordar lo que sabía y olía un blockbuster antes de todo lo que sabemos que sucedió».

Sin embargo, la principal debilidad de la película y a esto se debe su mal recibimiento es que, contrario a la megalomanía de sagas de superhéroes que, con todo y sus discursos filosóficos de manual de superación personal, son aplaudidas por todo un grupo de seguidores, Wonder Woman 1984 elige la total simpleza, para muestra, la reconversión de los dos villanos del film y principalmente la omisión del personaje de Cheetah en su transformación más felina. Esta segunda película de Jenkins es más cercana a ese cine de superhéroes de los ochenta y noventa que mezclaba géneros a la menor provocación y se contentaba con transmitir un mensaje reflexivo en su final —ese discurso de la protagonista sobre la verdad puede ser inspirador o ridículo depende desde donde se le vea—; que a las grandilocuentes recreaciones de DC Comics de un Snyder o Nolan.

Tal vez, ver una película como Wonder Woman 1984 con todo y su abuso de CGI en pleno 2020, sirva para recordar lo que sabía y olía un blockbuster antes de todo lo que sabemos que sucedió. Nada más, ni nada menos.

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