Crítica

Crítica: La Mami de Laura Herrero Garvín

Crítica de la película «La Mami» de Laura Herrero Garvín.

Los relatos tras bambalinas de las trabajadoras del cabaré Barba Azul

Por Paulina Vázquez

La Ciudad de México no solamente es amplia en cuanto a extensión y densidad demográfica, sino que su territorio resguarda espacios histórico-culturales que entrelazan sus raíces con la contemporaneidad que los alcanza. Es un monstruo insomne, plural y contrastado dentro del cual se desarrollan un sin número de experiencias tanto diurnas como nocturnas que, al relatarse, dan fe de su época y de quienes viven y transitan sus calles. 

Es así como La Mami (2019) describe no solo un contexto cultural, sino que aborda con profundo respeto fragmentos de las vivencias de aquellas mujeres que ofrecen su servicio de acompañantes en el salón de baile Barba Azul, ubicado en la colonia Obrera desde hace más de 60 años. Como todas las noches y entre flamas pintadas en la pared que simulan un inframundo amenizado con una orquesta de música tropical, luces neón y esculturas de figuras femeninas a medio relieve, este lugar da pie a las historias que se narran en este largometraje documental dirigido por Laura Herrero Garvín.

Olga, mejor conocida por sus compañeras como «la Mami», es una mujer mayor con una vasta experiencia en las noches de cabaré, un mundo al que ha dedicado una gran parte de sus días o, mejor dicho, sus eternas noches, para ahora cuidar y aconsejar a las chicas que laboran como acompañantes de los sujetos que asisten a bailar y beber, a quienes este oficio nocturno les brinda sustento, no obstante, las arriesga cada noche a los aconteceres violentos de la ciudad y su gente. El baño del Barba Azul las une tanto en la necesidad como en los rituales para embellecerse y empatizar con sus relatos antes de salir a bailar.

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Destaca el sutil pero efectivo método de Herrero Gavín para exponer las consecuencias de la gentrificación y la exotización de estos espacios que ponen en riesgo no solamente la práctica de las ficheras, sino el sustento con el que cuentan para sostener a sus familias. La Mami prescinde de interrogatorios, basta con la sensible mirada a distancia para situarnos en el contexto que viven este grupo de mujeres noche con noche: clientes encimosos, un estado de continua embriaguez y desvelos, sin contar además con los desencuentros que acontecen en sus vidas privadas.

«La Mami retrata un espacio público que a ratos se transforma en un refugio resguardado por la más sabia de todas, la misma Mami del título, quien les brinda palabras de aliento, y reza una plegaria por ellas mientras las mira trabajar».

Además, es interesante su manera de retratar la perspectiva ingenuamente clasista de otras visitantes casuales al entrar a ese baño que, además de ser un lugar de aseo, es también una guarida y un confesionario para todas las trabajadoras del salón. Debido al abismo generacional se puede distinguir a quien labora de quien visita, además de sus estratos sociales y hasta nacionalidades. No importa quienes sean, «la Mami» es la encargada de poner a cada persona y a cada situación o cosa en su lugar. 

En este filme, Laura Herrero Garvín documenta los relatos de mujeres que al igual que todos, buscan una manera de asegurar el bienestar y sustento de su familia, o en el caso de Olga, un sentido de vida, la necesidad de sentirse útil y necesaria en su digna vejez, viviendo la vida a la que llegó un día impulsada por el apuro y que finalmente eligió a pesar de su familia y de su historia de vida. La Mami retrata un espacio público que a ratos se transforma en un refugio resguardado por la más sabia de todas, la misma Mami del título, quien les brinda palabras de aliento, y reza una plegaria por ellas mientras las mira trabajar.


La Mami es parte de la competencia Ahora México del FICUNAM 11.

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