Crítica

Crítica: Promising Young Woman de Emerald Fennell

Crítica de la película «Promising Young Woman» de Emerald Fennell.

Cómo tergiversar un  discurso antisistémico en aras del consumo

Por Paulina Vázquez

«Reaprender a conversar que la mujer del futuro

 no sea el hombre que estamos dejando atrás».

-Rita Segato.

Ser mujer no me hace igual a todas las demás que asumen esa misma categoría de género en este mundo. Estamos atravesadas por infinidades de circunstancias que nos distinguen unas de otras, no solo por la raza, la condición socioeconómica o cualquier aspecto del estamento en que nos encontramos, sino que también nuestras costumbres específicas, tradiciones, edades y hasta nuestro estado de salud e historia de vida definen en gran medida quienes somos en el horizonte simbólico y con ello las consecuencias determinadas que nuestras identidades acarrean para nuestras vidas.

Vemos por todos lados esta ola de feminismos azotando con fuerza en nuestro momento histórico. Teorías y posturas emergen en un ambiente efervescente y radicalizado. Si bien hay puntos de consenso entre algunas de estas, también hay diferencias, sus postulados chocan y es en este punto donde el diálogo puede enriquecer el entendimiento y las prácticas comunes que nos llevan a nuestros objetivos generales. Somos seres humanos, merecemos una vida digna donde las oportunidades y experiencias no se definan por la carga histórica que aún arrastramos, sino porque somos capaces y merecedoras de vivir plenamente.

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Queda claro que nuestras diferencias son muchas y, sin embargo, se nos siguen vendiendo versiones tergiversadas de nosotras que nos consideran a todas como una sola. Ahora nos ofrecen modelos, arquetipos refrescados de lo que una mujer «empoderada y libre» debería ser. Llegamos así a Promising Young Woman (Emerald Fennell, 2020), una de las nominadas a Mejor Película a los premios Oscar 2021. Si bien esta producción ha sacudido a los espectadores por factores que iré detallando más adelante, también revela la profunda tergiversación de un montón de elementos que nos indican la corroída postura deshumanizada de la sociedad en que vivimos y su incisivo interés por capitalizarlo todo, tanto a los cuerpos como a las ideas.

Fotograma de la película «Promising Young Woman».

Comencemos preguntándonos ¿Cómo se ve una justiciera femenina hoy? En este filme se ve delgada, rubia, atractiva. ¿Cómo opera esta justiciera? Aleccionando. Toma en sus hombros la añeja labor de reeducar a los hombres. Primero los atrae con la estrategia de las plantas carnívoras. Se pone en riesgo a ella misma para atrapar en el acto a los intrusos que están acostumbrados a tomar el polen sin permiso. Primer mensaje: todos los hombres están cortados con la misma tijera.

Es verdad que estamos hastiadas de los abusos que sistemáticamente se han encajado en nosotras. No necesito ejemplificar, pues me atrevo a decir que todas los hemos sufrido a mayor o menor escala y sabemos perfectamente la gravedad y el impacto cotidiano que ejercen sobre nuestras vidas. Sin embargo, el tema de la guerra entre los sexos debe ser abordada como un problema puntual que requiere un análisis que vaya más allá de generalidades que nos encasillen en categorías cómodas y conformistas.

Este filme de Emerald Fennell nos cuenta la historia de Cassie, una mujer estancada en la rabia e impotencia por una agresión sexual que sufrió su mejor amiga y causó la muerte de esta. Cassie utiliza los medios que le son posibles para obtener venganza, para asegurarse de que nadie más resulte herida nunca, no solo con los involucrados en el acto de abuso que terminó con la vida de su amiga, sino con el resto de sujetos potencialmente nocivos y agresores con los que se encuentra en su camino.

Fotograma de la película «Promising Young Woman».

Fennell hace realidad algunas fantasías: la venganza servida fría. Los agresores desenmascarados y evidenciados como entes deleznables, inseguros y cobardes o, más puntualmente, la ridiculización de las masculinidades frágiles. Una mujer trans (Laverne Cox) brillando y con las riendas de su vida al ser la dueña de una cafetería tristemente acotada a un papel que apenas logra ser secundario y por último los breves instantes de la hermosa fantasía de encontrar el amor en brazos de un hombre de ensueño (un pediatra caucásico) que además es aparentemente sensible a nuestras preocupaciones.

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Es así como en un primer momento pensamos a Cassie como invencible, una mujer que, como muchas en la vida real, encuentra fortaleza y resiliencia en el dolor de sus experiencias y que por otro lado no se permite sentir ni procesar su dolor. Cassie opta por la rabia perpetua, por el aislamiento y la máscara huraña. ¿A qué nos lleva todo esto? Después de ejecutar tácticas elaboradas de escarmiento a quienes violentaron o fueron cómplices de alguna manera en la agresión sexual de Nina, nuestra justiciera imparable pierde la vida en su venganza final a manos de un cobarde. El empoderamiento se diluye en su misma naturaleza vertical, al igual que el axioma de justiciera que nos habían propuesto al comienzo.

Fotograma de la película «Promising Young Woman».

«Estamos enojadas, heridas, necesitamos gritar y queremos quemarlo todo, lo hemos quemado y lo seguiremos haciendo. Pero al mismo tiempo necesitamos vivir en un ambiente que nos asegure una existencia plena y segura».  

Descubrimos entonces que se trata de un cuento contradictorio con una moraleja muy clara: «Mira bien, esto es lo que pasa cuando te quieres pasar de lista». Y finalmente, terminamos viendo lo mismo que otros cientos de filmes nos cuentan de nosotras: la historia de una mujer que aun siendo todo lo que se espera físicamente de ella al ser guapa rubia y flaca, debe recorrer en abnegación el camino del sufrimiento sola, hay que verla en algún momento golpeada y sometida haciendo atractiva la violencia. Que si se enamora es por estúpida, que si se muere es porque se lo busca y solo muerta es cuando realmente puede conseguir su «victoria».

Es completamente cierto. Estamos enojadas, heridas, necesitamos gritar y queremos quemarlo todo, lo hemos quemado y lo seguiremos haciendo. Pero al mismo tiempo necesitamos vivir en un ambiente que nos asegure una existencia plena y segura. Sanar y ser vulnerables requiere fortaleza y voluntad. Acompañarnos y amarnos primero a nosotras no significa rendirse ante el sistema o traicionar la lucha. En un mundo, o mejor dicho, en este país donde nos asesinan por ser mujeres, procurar y cuidar la vida es ante todo un acto de resistencia. Nuestra lucha no debería ser a costa de nuestra integridad emocional y física. La «victoria del feminismo», la consolidación de la equidad entre géneros o bien la justicia jamás deberían costar nuestra propia vida.

Sigo esperando ver un cine que no me haga sentir culpable por ser quien soy, no solo como mujer sino como ser humano, porque yo con mi estatura, mi peso, mi cabello oscuro y mis cicatrices puedo ser también mi propia heroína.  Rechazo que mi destino sea ser humillada y vivir eternamente en la autoflagelación y la rabia. Rechazo autodefinirme únicamente por los abusos que viví, por mi pasado o mis dolores porque eso no soy yo. Elijo no caer en una trampa de fantasías que perpetúan la violencia, los estereotipos de género y me venden ideas de empoderamiento con estéticas bonitas. Espero un cine hecho para y por aquellas que miramos desde afuera con toda la riqueza y pluralidad de nuestras identidades.

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