Por Redacción
Desde el pasado mes de marzo el medio Another Gaze, dedicado a la discusión del cine desde un punto de vista feminista, ha ofrecido gratuitamente un ciclo de películas de difícil acceso a través de la plataforma llamada Another Screen. Con apenas poco más de un mes de operación, la oferta periódica de la plataforma ha incluido retrospectivas a cineastas como Cecilia Mangini, cuya obra es prácticamente inédita en México y ciclos como Hands Tied and Eating the Other en donde se ha podido acceder a cortometrajes de Chick Strand (Fake Fruit Factory, 1986), Joyce Wieland (Rat Life, 1968) y Pattty Chang (Melons, 1998), entre otras cineastas.
Cada uno de los ciclos curados por Daniella Shreir y el equipo de Another Gaze reluce un gran cuidado en la programación que brinda, ya sea para dar un panorama general de los intereses estéticos de una cineasta como Cecilia Mangini, con un cine casi observacional que retrata la devoción y las costumbres en pequeños pueblos de Italia; o bien, para, a través de temáticas concretas, mostrar la diversidad de discursos de cineastas que en su mayoría se encuentran solo disponibles en los ámbitos de los film studies, como el caso específico de Strand y Wieland.
En ese sentido, el tercer ciclo titulado [Silence] […] [Laughter], que se exhibirá hasta el tres de mayo del presente año, agrupa dos películas sobre mujeres asesinas con el largometraje El silencio que rodea (De stilte rondChristine M., 1982) de Marleen Gorris y el cortometraje Eva’s Man (1976) de Anita W. Addison. Asimismo, se presenta un foco al trabajo de la pintora y cineasta Mara Mattuschka, a través de la exhibición de sus cortometrajes NavelFabel (1984), Cerolax II (1985), Kugelkopf (1985), It’s been a pleasure (1987) y Beauty and the Beast (1993).

El trabajo de Mattuschka, casi en su mayoría con una cierta cuestión autoficcional, es una indagación en las capacidades expresivas del cine, en los cinco cortometrajes que integran el ciclo, que en conjunto apenas y llega a los treinta minutos de duración, se observa una cineasta alejada de las estructuras narrativas y muy interesada en temas como la identidad, la sexualidad y la corporalidad. En NavelFabel, el primer cortometraje de la programación, se observa el rostro de la propia cineasta cubierto por múltiples velos que hacen evidente su falta de respiración y su lucha por liberarse de ellos, posteriormente, gracias a efectos de animación y superposición de imágenes la cineasta se liberará de cada una de sus máscaras y ataduras hasta nacer de nuevo. A través de un diseño sonoro atento a cada detalle se crea una exploración sensorial en las facciones de la cineasta.
El cine de Mattuschka, protagonista de la mayoría de sus trabajos, no podría ser entendido sin la figura del personaje de Mimi Minus, el alter ego de la cineasta y que según sus propias declaraciones en una entrevista con Daniella Sheir (reproducida en el sitio web de Another Gaze) fue creado con el propósito de separar a la cineasta de la actriz o más bien de la que encarna el personaje frente a cámara: «Al encarnar, se supone que no soy el Dios todopoderoso que sabe cómo va a terminar la película. Así que, para evitarlo, me dividí como una figura, con Mara Mattuschka de un lado y Mini Minus del otro. Quería mantener a Mini Minus alejada del guión». De tal forma que una de las primeras apariciones de este personaje se da en el cortometraje Cerolax II en el que se crea una parodia a un comercial de un detergente que supuestamente puede limpiar todo, en una de las pruebas el detergente es usado para borrar una parte del cerebro de Mini Minus, un experimento que culmina con la protagonista afectada de todos sus sentidos.

En Kugelkopf, que hace recordar al icónico cortometraje de Buñuel Un perro andaluz (1929), cuando la protagonista, al cortarse el cabello, se hace una herida en la cabeza y su sangre se extiende hasta convertirla en un rostro cubierto de vendas que imprime una suerte de tipografías en un espejo, Mattuschka hace una oda a IBM y postula la transformación del cuerpo humano en una herramienta más. La corta duración de cada uno de sus trabajos incrementa la expresividad de sus imágenes que sin la necesidad de un causa y efecto crean asociaciones en pocos segundos, como en It’s been a pleasure, en el que a través de la famosa frase de Francisco José I de Austria «gracias, ha sido un placer» crea una de las pocas películas dedicadas al orgasmo femenino.
Finalmente, en Beauty and the Beast, el corto más largo de los cinco que se presentan, se muestra la historia de una madre que cuida a su hijo en un hogar mientras se prepara para salir al mundo, con una estética muy similar a algunos de los cortos de Maya Deren, La Bella y la Bestia es una ensoñación que puede tener tintes de una pesadilla, pero también una gran exploración en las maternidades y de aquellos actos que la mirada masculina ha optado por no retratar como el amamantamiento.
La figura de la asesina
Si algo queda claro después de ver Eva’s Man y El silencio que rodea es la facilidad con la que una mujer que haya asesinado a un hombre puede ser tachada de loca y es que, si estas dos películas demuestran una premisa, es la proclividad de un sistema para desestimar la opresión vivida. En Eva’s Man una mujer está presa por haber asesinado a un hombre, ante los cuestionamientos de un psiquiatra ella prefiere no responder, por lo que el especialista decide dejarle una grabadora para que pueda contar los hechos, así mediante flashbacks se muestran las violencias que sufría esta mujer al interior de su hogar y que la llevaron a tal acto. Esta adaptación de la novela homónima de Gayl Jones destaca por su atrapante uso de las líneas temporales.

Sin embargo, eso se ve mejor ejemplificado en El silencio que rodea, en esta película dirigida por la cineasta neerlandesa Marleen Gorris, tres mujeres asesinan al dueño de una tienda de ropa, las tres son extrañas entre sí, pero cada una vive en un ambiente opresivo que afecta su percepción del mundo: Cristina es una ama de casa que ha decidido dejar de hablar, consecuencia del ambiente ruidoso en el que vive y la falta de comunicación en su matrimonio, posteriormente cuando su esposo sea interrogado, dirá de ella que «siempre fue de las silenciosas»; Annie es una mesera divorciada que pasa el tiempo con su gato, pero aún recuerda las dinámicas familiares de su vida en matrimonio y Andrea es una secretaria que pese a su eficiencia siempre queda en un papel secundario y es callada por sus jefes.
Aunque el asesinato ocurre en el fuera de campo se puede intuir su brutalidad, pero la película no enfatiza el hecho como una liberación de las opresiones, al contrario, en uno de los cuestionarios que realiza la psiquiatra encargada del caso, una de las mujeres confiesa no haber sentido ninguna liberación al asesinar aquel hombre y la doctora, pese al interés que tiene por las tres culpables, nunca trata de negar que cometieron el acto conscientemente, pese a la insistencia de que es mejor declararlas como locas. El interés de Marleen Gorris va por otro lado, hay una búsqueda por falsear los símbolos de una sociedad que solo puede ver a la mujer como un estereotipo o una serie de reglas a cumplir. Al final, y eso es tal vez lo más importante de la película, propone a la complicidad entre mujeres como una contracara a ese sistema cuyo ignorancia solo puede provocar risas.
Las películas mencionadas en este texto pueden verse en la página Another Screen hasta el tres de mayo de 2021.