Las luces de la monstruosidad
Por Pablo Zamora
Pensada originalmente como un cortometraje, Lux Æterna (2019) de Gaspar Noé, explora el mundo de la cinematografía a través de un ensayo del rodaje de una película con tintes de metacine. El filme nos presenta a los personajes de Charlotte Gainsbourg y Beatrice Dalle, dos actrices que platican sobre anécdotas de grabaciones a la espera de que se reanude la filmación en la que se encuentran, de la cual Dalle es directora, pero la caótica organización, los problemas técnicos y el estrés que empieza a vislumbrar Dalle, sumergen el rodaje en una bomba a punto de estallar.

En varios momentos de Lux Æterna hay demasiados elementos frente a nuestros ojos, en ocasiones la pantalla se divide para mostrarnos dos o incluso tres escenas simultáneas, como ya es costumbre en el estilo de su director. También existen diálogos que ocurren al mismo tiempo y cada espectador tendrá una experiencia distinta mediante lo que logre captar, sin embargo, entre la mayoría perdurará el sentimiento de angustia e impotencia presente en el rodaje que se muestra.
Las luces estroboscópicas son otro elemento que acompaña a esta película, rumbo al desenlace adquieren una importancia singular y llegan a presentarse durante un largo periodo de tiempo. Este aspecto podría llegar a molestar o a incomodar a las personas más sensibles a los cambios intermitentes de luz.

«La película, en su mayor parte, hace un discurso sobre la transformación de cineastas a monstruos, aquellos que convierten un rodaje en una dictadura, anteponiendo un buen resultado sobre las necesidades y comodidades de todos aquellos que participan en la grabación».
La película puede llevarse a diferentes interpretaciones al existir tantos elementos en pantalla. Estamos frente a una película compleja, aunque no necesariamente todos los componentes forman parte de un engranaje perfecto. El fuego y el tema alrededor de las brujas y las hogueras, indudablemente nos conducen a la religión, sin embargo, la película, en su mayor parte, hace un discurso sobre la transformación de cineastas a monstruos, aquellos que convierten un rodaje en una dictadura, anteponiendo un buen resultado sobre las necesidades y comodidades de todos aquellos que participan en la grabación. Asimismo, es una crítica a la industria, pues Noé postula que en este medio no hay inocentes, desde productores a nosotros como público, todos somos cómplices de lo que vemos en pantalla.

La nueva cinta de Gaspar Noé podría catalogarse como experimental, cuenta con algunos elementos interesantes que, a lo largo de sus 56 minutos de duración la acompañan a buen puerto, sin embargo, podría resultar en algo escueto para algunas personas. Lux Æterna es distribuida por Cine Caníbal y podrá encontrarse en salas nacionales a partir del 11 de junio.