Grandes soledades, pequeñas victorias
Por El Huitzo
Isabel (Daniela Valenciano) despierta todos los días ante una realidad que parece inamovible. La opresión es evidente para ella —y para nosotros como espectadores—, sin embargo, también parece inquebrantable, como un hecho y nada más. El despertar de las hormigas (Antonella Sudasassi, 2019) pareciera ser una película silenciosa, que contempla el día a día de su personaje principal, pero en el centro de sí misma contiene un grito de rabia que conforme avanza el filme se vuelve cada vez más difícil de ignorar.
Esta es la historia de Isabel, una mujer envuelta en un matrimonio frívolo y emocionalmente sofocante, con dos hijas que ocupan la gran mayoría de su tiempo y una casa que solo se mantiene en pie gracias a ella, mientras las cadenas que la atan (familia, sociedad, religión) continúan disminuyéndola con cada día que pasa. Un día el esposo de Isabel, Alcides (Leynar Gomez), decide que quiere tener otro hijo, y eso es todo, las protestas de Isabel son prontamente acalladas, Alcides ya ha decidido por ambos, otro hijo está en puertas.

Isabel parece aceptar la decisión en silencio, pero dentro de ella sabe que no puede, en secreto comienza a tomar pastillas anticonceptivas y a esconder su menstruación de su esposo mientras que continúa viviendo en aparente resignación su vida. La película solo nos va revelando la profunda putrefacción en el fondo del alma de Isabel a través de alucinaciones en las que las hormigas le cubren el cuerpo, como queriendo devorarla.
En un principio, El despertar de las hormigas parece ser un filme que en un nivel formal puede resultar convencional, sin embargo, conforme avanza la historia comprendemos que esto es una decisión consciente por parte de la directora Antonella Sudasassi: la vida de Isabel es gris, durante muchos fragmentos parece que para ella es difícil encontrar algún tipo de contacto significativo con el mundo que la rodea y esto es evocado visualmente, la cámara es casi subjetiva mostrándonos lo que ella observa, incluso literalmente durante las escenas de sexo donde ella es simplemente un objeto, mirando al techo con ojos extraviados.

«Si algo nos deja claro El despertar de las hormigas es que, sin importar el tamaño de los triunfos, la lucha debe continuar porque quizás las pequeñas victorias pueden traer cambios significativos».
El estilo del filme abraza, durante prácticamente toda su duración, una extraña frialdad; esto puede resultar alienante para algunas audiencias, pero si se logra ver más allá, encontramos enterrada la insondable soledad que habita en Isabel, quien incluso encuentra que sus breves momentos de libertad están empapados por lo inescapable de su desamparo.
Daniela Valenciano, quien interpreta a Isabel, es sin duda el cimiento sobre el que la película está construida, sin ella da la impresión de que todo se derrumbaría en cuestión de segundos, su capacidad de expresar desde una angustia silenciosa es lo que termina por darle cohesión a todo hasta su catártico final.
Y sí, la película termina con una victoria, una victoria pequeña, un pequeño grito de libertad en medio de un bosque profundo, en medio de una opresión que, de una u otra manera, probablemente seguirá, pero si algo nos deja claro El despertar de las hormigas es que, sin importar el tamaño de los triunfos, la lucha debe continuar porque quizás las pequeñas victorias pueden traer cambios significativos.
La película El despertar de las hormigas forma parte del ciclo Talento Emergente 6 de Cineteca Nacional.