Por: Pablo Zamora
Érase una vez un genio cuenta la historia de Alithea, una doctora en literatura quien durante un viaje a Estambul se cruza con una botella que contiene un genio, quien en agradecimiento por liberarlo le ofrece concederle tres deseos. Alithea, como conocedora de historias, ve con escepticismo esta oferta pues sabe que los relatos que incluyen genios y deseos nunca terminan bien. Es entonces cuando el genio comienza a contarle algunas historias fantásticas y así lograr que pida lo que más anhela.
En estas historias conocemos el pasado del genio y como ha llegado a ser prisionero de la botella, pero más allá de ayudarnos a conocer al personaje, estas historias que discursan sobre las personas, el amor y los deseos, nos recuerdan el poder que tienen las historias y las narraciones para nosotros. Alithea pasa de ser una mujer solitaria y conformista, a una soñadora que comienza a desear sentirse como los personajes de las memorias que escucha.
Esta es una cinta un tanto distinta a lo que hemos visto de George Miller, no tiene como tal una historia lineal que contenga los tres elementos recurrentes de una narración, los recuerdos y las historias que cuenta el genio, son prácticamente ¾ de toda la película, y aunque en ellas existan elementos de aventura, fantasía y romance, en ocasiones hace que la historia entre el genio y Alithea se sienta lenta o sin avanzar. De hecho, este relato toma como referencia al libro de las mil y una noches. Donde Scheherezade, en busca de salvar su vida, le cuenta una historia inconclusa al sultán durante las noches.

«Estas historias que discursan sobre las personas, el amor y los deseos, nos recuerdan el poder que tienen las historias y las narraciones para nosotros.»
Si bien, esta narrativa no es un punto negativo, definitivamente hará que no todo mundo conecte con su historia. Entre los puntos positivos están las grandes actuaciones de Tilda Swinton e Idris Elba, quienes logran sostener esta película aún con su ritmo. Además de contar con una mezcla de sonido muy bien trabajada para las salas de cine. Otro punto positivo y donde podemos encontrar el sello distintivo del director, es en algunos cuadros o imágenes que tienen una cualidad pictórica u onírica, con elementos al mero estilo de George Miller, lo cual la hace una película muy disfrutable para la gran pantalla.
Érase una vez un genio es una película con mayores virtudes que elementos que la puedan llegar a eclipsar, la maestría de George Miller por contar una buena historia de manera discreta, está presente hasta el último tramo de la cinta.