Ensayo

Santa Evita | Una memoria histórica teñida de anacronismos

En este ensayo se discute la figura que busca construir la serie «Santa Evita» al respecto del pensamiento de Eva Perón sobre el voto femenino.

Por Nazareno Brondo

De novela literaria a serie audiovisual: un punto de discontinuidad

El 26 de julio de 2022 fue estrenada la serie Santa Evita que convierte una vez más la vida pública y privada de Eva Perón en trama audiovisual.  El guion, adaptación de la novela homónima publicada por Tomás Eloy Martínez en 1995, gira en torno al drama del secuestro y desaparición del cuerpo embalsamado (a órdenes del dictador Pedro Eugenio Aramburu el 22 de noviembre de 1955) de Eva Perón.

Al igual que la propia novela en la cual se inspira, la narración de la serie, distribuida en siete episodios, pertenece al género «ficción histórica». Sin embargo, hay dos problemas que vale la pena señalar al respecto: la serie nunca advierte este rasgo de la producción por lo que no le propone al espectador un pacto al respecto; y asimismo puede notarse que, en las escenas relacionadas a temas políticos de la época, Santa Evita persigue el objetivo de transmitir a los espectadores una memoria histórica definida sobre Eva, Perón y la experiencia peronista (1946-1955).

En estas reflexiones nos preguntaremos sobre la memoria histórica que la serie busca construir del pensamiento de Eva Perón en el contexto del proceso de aprobación de la ley de voto femenino (1947). Cuando hablamos de «memoria histórica» nos referimos a las imágenes políticas (en este caso sobre Eva) que el capítulo 6, en específico, pretende construir como si fuese lo «real histórico».

Fotograma de la serie "Santa Evita" disponible en Star Plus.

En principio, es importante señalar que el tema del sufragio femenino no es abordado en la novela de Tomás Eloy Martínez, de manera que las escenas de la serie correspondientes a esta cuestión histórica fueron imaginadas independientemente. En este caso, ya no se trata de diálogos textuales de la novela como ocurre, por ejemplo, en las conversaciones privadas entre Eva y Perón en el contexto del «cabildo abierto peronista» de 1951; es un momento de la serie en el que el guion (escrito por Marcela Guert y Pamela Rementería y con Blas Eloy Martínez como asesor de contenido) suspende la narrativa de Tomás Eloy Martínez y asume una condición creativa más allá del libro que inspiró la serie.

La relevancia de la escena en el Partido Peronista Femenino (a partir de este momento PPF) reside en haber sido concebida como una narración histórica y no como una ficción. Esto significa que fue imaginada, elaborada y representada a partir de un hecho verídico: los discursos que pronunció Eva Perón por la Radio del Estado entre el 27 de enero y el 19 de marzo de 1947, como parte de la campaña en favor de la ley de sufragio femenino.

Y estos discursos son muy importantes de analizar porque son los que la serie usa (escenas cortas con Eva hablando por la radio) como un puente para imaginar y producir la escena en el PPF. Entonces: ¿los diálogos de la escena son históricamente verosímiles o inverosímiles? Es decir ¿son históricamente creíbles o, por el contrario, son diálogos históricamente improbables?[1]

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El sufragio femenino y la escena en el Partido Peronista Femenino

La conversación de la escena gira en torno al supuesto impacto que los discursos radiales de Eva tuvieron en la sociedad argentina. ¿Qué le hacen decir las guionistas a Eva y a sus colaboradoras en esa escena de la serie?

A Celia, uno de los personajes de la escena, le hacen decir con una actitud desafiante: «Mi hermana me contó el otro día que estaban escuchando la radio y cuando terminó el discurso se armó una pelea. Ella y las hijas contra el marido». En esta ocasión, Eva, interpretada por Natalia Oreiro, escucha la intervención de Celia atenta y sonriente. Las guionistas le hacen responder: «Eso es maravilloso».

Rosa es la otra colaboradora de Eva interviniente en la escena. Su testimonio es aún más dramático que el de Celia. En su discurso plantea una posible disolución familiar como corolario de su militancia por el voto femenino. El marido le había dado un ultimátum: «Me dijo que iba a tener que elegir entre la familia y la causa».

Fotograma de la serie "Santa Evita" disponible en Star Plus.

Eva escucha otra vez con mucha atención. Aquí las guionistas la imaginaron casi exultante; fruto de la disyuntiva familiar que sus palabras pudieron haber forjado en el seno familiar de Rosa. Y le hacen decir: «Sos valiente Rosa. Te admiro».

En estas representaciones de la serie original producida para la plataforma de Star+, a Eva la imaginaron «maravillada» y «admirada» ante el conflicto intrafamiliar resultante de la confrontación entre hombre-mujer que, según la serie, produjeron sus discursos. Esta idea es llevada al extremo cuando se plantea, a través del testimonio de Rosa, que el proyecto de Ley de sufragio femenino creaba condiciones de conflictividad social hasta poner en riesgo la cohesión familiar.

Anacronismo intencionado e inverosimilitud histórica

En principio, debe advertirse que se trata de una escena desbordante de anacronismo. Es decir, es una representación en la cual las guionistas le hicieron usar a Eva Perón y a sus compañeras un lenguaje político por fuera de la época en la cual se inserta la escena (1947).

En el lenguaje de Eva —la histórica— el sufragio femenino no era un instrumento de conflictividad entre hombres y mujeres, muchos menos un hecho que creara condiciones de disolución del tejido familiar como quiere transmitir la serie entre sus espectadores. Esto puede comprobarse leyendo los discursos que Eva Perón le dedicó por L.R.A Radio del Estado al tema del sufragio femenino[2], y que la propia serie usa para montar el diálogo mencionado en el PPF.

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En ninguno de esos discursos Eva promovió la conflictividad entre varón y mujer. Como tampoco expresa dicotomías del estilo «política o familia» como sugiere la serie. Por el contrario, en esos discursos radiales se pronunció por una relación de igualdad política entre el varón y la mujer basada en la colaboración y no en el conflicto; y además se refirió al hogar y a la política como dimensiones sociales en armonía, y no dicotómicas.

Al respecto, es ilustrativo el pronunciado el 26 de febrero de 1947. En él Eva Perón subrayó definiciones políticas que fueron comunes a sus discursos anteriores y posteriores a 1947. Por ejemplo, señaló que el derecho al voto pronto a obtenerse «para nuestro sexo» era una conquista legítima porque la mujer en «su deber de madre, de esposa o de hija» definirá su voto conforme «a la conservación del hogar, de su familia, de su fe católica, dejando de lado todo aquello que signifique un peligroso vuelco hacia lo inescrupuloso, o lo antiargentino».[3]

Otro ejemplo del tipo de lenguaje político empleado por Eva en ese contexto histórico y de los muchos que pueden señalarse, fue el contenido del discurso del 12 de marzo de 1947. En él habló recurrentemente de la complementariedad necesaria entre ambos «sexos» para custodiar la revolución justicialista. Recordando con énfasis que, en el origen mismo del peronismo durante la jornada del 17 de octubre de 1945: «La mujer salió a la calle, como su hombre».[4]

Es notorio que el lenguaje político empleado por Eva en los discursos pronunciados en 1947, y en los que la serie dice basarse para imaginar la escena en el PPF, desalienta la posibilidad de haber imaginado una escena con verosimilitud histórica representada alrededor de la conflictividad entre marido-mujer o marido-hijas. El diálogo imaginado en el PPF entre Eva, Celia y Rosa está revestido de inverosimilitud histórica.

Esta inverosimilitud no parece obedecer a la ignorancia o a la ingenuidad de la trama construida alrededor de la aprobación de la ley de voto femenino. Por el contrario, y según lo que señalamos, parece una operación discursiva con una visible intención: forjar una memoria histórica sobre Eva Perón desligada de la cultura política peronista, para emparentarla con lo que podríamos denominar «cultura progresista» con un contenido proveniente del «feminismo posmoderno».

Fotograma de la serie "Santa Evita" disponible en Star Plus.

«Las reflexiones sobre la escena nos permiten inferir que Eva Perón fue pensada como un significante político vacío. Y, por lo tanto, las guionistas la tomaron como un sujeto pasible de ser llenada de un significado basado en una corriente ideológica contemporánea al año 2022».

Por eso dijimos que es una escena de «desbordante de anacronismo». Porque a Eva Perón la hacen pensar y hablar en 1947 según el pensamiento y las expresiones comunes de cierta corriente cultural contemporánea al año 2022, y no como efectivamente pensó y habló Eva en acuerdo a sus discursos sobre la ley del voto femenino pronunciados en aquél año.

El «sentido» inventado y la apropiación simbólica

La escena puesta a crítica no puede, entonces, tomarse ni remotamente como un posible testimonio histórico de 1947. Paradójicamente, esa escena que quiere testimoniar un pasado (1947), en realidad está testimoniando un presente (2022). Es decir, es una escena que nos habla de los esfuerzos de la «cultura progresista» argentina por apropiarse simbólicamente de Eva Perón en su combate cultural de larga data con las tradiciones ideológicas del peronismo histórico.

Las reflexiones sobre la escena nos permiten inferir que Eva Perón fue pensada como un «significante político vacío». Y, por lo tanto, las guionistas la tomaron como un sujeto pasible de ser «llenada» de un «significado» basado en una corriente ideológica contemporánea al año 2022. Sin ningún tipo de anclaje en el pensamiento expresado por la propia Eva Perón en 1947.

Para finalizar estas reflexiones vale la pena recordar que la escena sobre la cual hablamos fue creada por fuera de la novela que inspiró la serie. Esto habla de la importancia que el guion le atribuyó a esos diálogos en la construcción de la imagen política de Eva. Por eso dijimos al principio de nuestras reflexiones que se trata de una invención que interrumpe la narrativa original de la novela.

Una invención que entra en clara contradicción con la imagen que el propio Tomás Eloy Martínez tuviera sobre Eva. Cuando en el capítulo 8 de la novela Santa Evita advertía sobre las manipulaciones ahistóricas de las que fuera objeto en la década de 1970:

«Como sucede con todos los que mueren jóvenes, la mitología de Evita se alimenta tanto de lo que hizo como de lo que pudo hacer. ´Si Evita viviera sería montonera´ cantaban los guerrilleros de los años setenta. Quién sabe. Evita era infinitamente más fanática y apasionada que Perón, pero no menos conservadora»[5].


[1] La relación entre la verosimilitud y la legitimidad de la narración histórica en medios audiovisuales es uno de los problemas teóricos desarrollados por el historiador Robert Rosenstone. ROSENSTONE, R.A. (1997), El pasado en imágenes. El desafío del cine a nuestra idea de la Historia, Barcelona, Ariel.

[2] El lector puede consultarlos en el siguiente vínculo: https://bcn.gob.ar/uploads/Obra-completaEva-Peron.pdf

[3] PERÓN, Eva, discurso pronunciado por L.R.A. Radio del Estado y la Red Argentina de Radiodifusión (26 febrero 1947), en Instituto Nacional Investigaciones Históricas Eva Perón (2012), Eva Perón. Discursos. (selección), Buenos Aires, Biblioteca del Congreso de la Nación, pp. 27 y 30.

[4] PERÓN, Eva, discurso pronunciado en conferencia (12 de marzo de 1947), en ídem, p.33.

[5] MARTÍNEZ, T.E. (1995), Santa Evita, Buenos Aires, Editorial Planeta, p.185.

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